Iba a escribir esto mañana pero en vista de que llegarán visitas, hay que atenderlas, y poner cara bonita desde temprana tarde hasta que otra vez el champán y las uvas y el alquitrán la distorsionen involuntariamente, decidí aprovechar mis minutos (o debería decir horas?) de ocio dominical.
--wuju! acabo de matar un mosco que llevaba chingando toda la tarde--
Pues bueno. Por más que uno se jure anti-festividades, anti-clichés sociales o anti-pático, es inevitable (por lo menos intentar) recordar lo 'mejor' y lo 'peor' de un lapso de tiempo bastante importante. Si no vas al cine hoy, vas mañana; si no sales de peda un fin de semana, siempre está la que sigue; si no vas al dentista en un mes, haces cita para el próximo... pero si durante un año no haces equis o ye, pues lo siento mucho, ya no lo hiciste NUNCA. Y estoy siendo un poco menos extremista que la realidad, que es mucho más práctica y no se anda con rodeos: existe la posibilidad de que lo que no hagas hoy, no lo hagas nunca.
Pero evitando entrar en rollos filosóficos obvios, y más bien haciendo caso a la naturaleza humana, he entrado oficialmente en la etapa reflexiva del torrente festivo invernal.
Dosmil siete es un año que incluso podría calificar definitivamente como parteaguas (como PARTES el agua? jojo). Fui, vine, hice, deshice, saludé, conocí, me despedí... viajé y también me perdí. Me gradué. --a-jaaa!! con que eran dos!!!... moscos, acabo de aplausesinar a otro, jajeji--
Qué? Ah, sí. Dosmil siete. Pues la idea era hacer un tipo de 'memory-storm' pero antes de llegar a la mitad me di cuenta de que escribir esas cosas era alardear un poco de lo que he vivido y lo que no. Y no aplica. Así que lo borré. Ash! Me caga ponerme de reflexivo. Suficiente. Ya recordé, ya reconté, pasemos ahora a eso de 'otros cuentos'.
Esos otros cuentos son los teeeepicos propósitos que uno se hace durante todo diciembre (ahora sí voy a ir al gimnasio, ahora sí voy a querer a mis amigos, ahora sí voy a jugar matatena, etc.), y que a partir de la primer uva se convierten en eso, puros cuentos.
Pero los mios son otro tipo de cuentos. No son propósitos porque no son algo que me he propuesto, al menos no formalmente. No son planes porque no son algo que haya planeado, al menos no estratégicamente. Así que yo los llamo cuentos, cuentos que en algún momento y a su debido tiempo materializaré... Y son cuentos que me he contado una y otra vez a lo largo de la carrera y que han sufrido y sufrirán modificaciones hasta que vean la luz de la realidad. Si todo sale bien, al menos uno de ellos se realizará en los próximos meses.
Pero bueno, eso será más tarde. Por ahora, a disfrutar los últimos dias que nos quedan de excesos alimenticios y de bebida sin medida. Y, ¿por qué no?, a creernos cuentitos de que ahora sí seremos más sanos y esas re-repeticiones.
Por un aún mejor dosmil ocho. Salut.
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3 comentarios:
jajajaj aplausesinar? genial!
jeje te topé en el blog de fausto y que gusto, escribe usted muy cagado...yo hago lo mismo con los cuentos-propósitos, por que tarde o temprano los materializo, lo sé, la clave está en no presionarse a uno mismo.
felices fiestas....
por cierto, ya tienes link allá en mis territorios...
pos de chaqueteamiento mental vive el hombre no?
dejame con mis ganas de correr/caminar...quiero pensar que ORA SI apartir de mañana lo hago.
osh.
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